Calidad del Aire: El vínculo entre Tecnología y Comportamiento Humano
Por: Eduardo Jimenez
En el emocionante mundo de la ingeniería y el emprendimiento, cada producto o servicio que se crea es una oportunidad para influir positivamente en la vida de las personas y en el entorno que compartimos. Los emprendedores de hoy están desarrollando soluciones que van más allá de la tecnología, construyendo herramientas para comprender el comportamiento humano.
La calidad del aire, cada vez más, se ha convertido en un indicador crucial del estilo de vida y la salud de las personas, por lo que es imperativo monitorearla. Los dispositivos avanzados no solo miden partículas en suspensión o niveles de dióxido de carbono, sino que capturan el pulso de nuestras vidas diarias. La relación entre la calidad del aire y el comportamiento humano es compleja, y entenderla nos permite ofrecer soluciones más allá de la simple monitorización.
En el desarrollo de productos, nos encontramos constantemente en la encrucijada de la innovación y la comprensión de las necesidades humanas. La visión de integrar tecnologías avanzadas con una comprensión empática de la sociedad es la clave para diseñar dispositivos que no solo informen sobre la calidad del aire, sino que también reflejen nuestro comportamiento colectivo.
La calidad del aire no es solo una cuestión técnica, sino un reflejo de nuestras elecciones diarias y nuestra relación con el entorno. Monitorearla es fundamental para entender cómo nuestras decisiones afectan directamente al medio ambiente. Por ejemplo, los cambios en la calidad del aire están relacionados con los patrones de movilidad. Durante las horas peak de tráfico (usualmente entre las 7 y 9 horas en la mañana y entre las 17 y 19 horas en la tarde), cuando las calles están llenas de vehículos debido a traslados diarios hacia lugares de trabajo, escuelas y hogares, los dispositivos registran peaks en la concentración de contaminantes, aumentando específicamente el material particulado, los óxidos nitrosos y el dióxido de carbono muy por sobre los niveles promedio del día. Esto muestra el impacto de nuestras decisiones diarias en el medio ambiente e indica la necesidad de soluciones de transporte sostenible y de planes de desarrollo comunitarios basados en los niveles de emisión y tráfico.
Además, la calidad del aire revela aspectos importantes de nuestro comportamiento en espacios cerrados. Los niveles de dióxido de carbono, por ejemplo, indican la eficiencia de la ventilación en oficinas y hogares, así como la cantidad de tiempo que pasamos en interiores. Con esto, podemos saber cuándo una persona abre las ventanas o puertas, o detectar en tiempo real los niveles de ocupación de un espacio, como una oficina o un local comercial. Por otro lado, conociendo la calidad del aire, sumado a algunas otras variables, podemos saber cuándo una persona está fumando o cocinando en espacios interiores por la emisión de humos de combustión, dióxido de carbono y material particulado.
A continuación, les presento dos ejemplos donde estamos aplicando estos principios; en algunas industrias extractivas o de manufactura se deben controlar minuciosamente los niveles de contaminación a la cual están sometidos los trabajadores para evitar una exposición elevada que sea perjudicial para su salud. Bajo este contexto, en cabinas de equipos mineros o de construcción, si aumentan súbitamente los niveles de material particulado y disminuye la concentración de dióxido de carbono, lo más seguro es que el operario esté abriendo las ventanas, lo que puede significar un riesgo para su salud y la operación, por lo que las empresas buscan maneras de controlar este tipo de comportamientos sin utilizar otras tecnologías que invaden la privacidad de los colaboradores, como cámaras con detección de imágenes, micrófonos, sensores u otros métodos para detectar comportamiento. Por otro lado, en la industria hotelera o en los hogares, es de interés saber cuándo una persona está abriendo las ventanas para apagar los equipos de aire acondicionado y generar un ahorro en consumo energético. Si a esto le sumamos tecnología para controlar automáticamente los equipos de clima, y un modelo de negocios inteligente, se puede hacer más eficiente uno de los sistemas que más energía (y dinero) consume un edificio, impactando las métricas de sustentabilidad y ayudando a reducir los gases de efecto invernadero asociados al uso de energía. El comportamiento y la calidad del aire afectan nuestra salud, bienestar e incluso nuestros bolsillos, y podemos utilizar esta información para mejorar nuestra calidad de vida.
En esta intersección de tecnología y humanidad, estamos escribiendo el próximo capítulo de la innovación, donde la calidad del aire es clave para comprender nuestro comportamiento colectivo. No se trata de desarrollar tecnologías complejas, sino de comprender cómo nuestras decisiones diarias impactan en el medio ambiente y en nuestra propia salud. Es hora de integrar la tecnología con empatía y visión de futuro, creando soluciones que sean capaces de reflejar nuestro comportamiento individual y colectivo, generando un alto valor agregado. ¡Únete a esta misión para crear un futuro más saludable y sostenible para todos!